¡Carnavales!
Este fin de semana se han celebrado los Carnavales, una fiesta muy conocida por sus disfraces y bailes. Lugares como Río de Janeiro, Canarias y Venecia son conocidos por sus fiestas del carnaval. Pero Vitoria, nuestra ciudad, también tiene unos Carnavales dignos de disfrutar y apreciar.
Dos de nuestras compañeras participan en estas fiestas de manera voluntaria en las comparsas de dicha ciudad. En estas comparsas participan colegios, asociaciones, institutos, etc. Una de nuestras compañeras participa expresamente en hacer las coreografías de los bailes que se desfilan. En cada voluntariado hay una recompensa personal la cual transmite la necesidad de seguir bailando, seguir ayudando y dando lo mejor de uno mismo. Sobretodo cuando la gente que se apunta a estas actividades agradecen el trabajo de estas voluntarias que hacen lo posible por que nadie haga el ridículo, no les falte sustento mientras van en el desfile y que puedan caminar por la carretera sin ningún peligro. En muchas de estas ocasiones no se tiene en cuenta el esfuerzo de estos voluntarios. Puede que el conductor de la carroza necesite un “gracias”, puede que el encargado de seguridad necesite un “gracias por protegernos”, puede que las coreógrafas necesiten aportaciones positivas ante sus bailes, puede que la organizadora de todo este embrollo necesite un respiro. Pero que esta situación exista por desgracia no es sorprendente, que a alguien no se le valore su trabajo cuando no es remunerado.
Los voluntarios siempre nos enfrentamos ante el dilema de “¿Ser voluntariado es algo egoísta o generoso?”. Por este dilema uno se cuestiona el si necesita ser valorado aunque este trabajo fuese para dedicárselo a los demás. Lanzamos esta pregunta para aquellos que quieran contestarla en los comentarios.
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